Comparto con ustedes una hermosa historia que Stephen Gilligan cuenta en muchos de sus seminarios.
Que cada uno/a saque sus propias conclusiones:
«En la isla de Togo, en el Pacífico, cuando nace un niño, una niña, las mujeres realizan un ritual con la nueva madre. La llevan con el bebé al bosque, reuniéndose junto al niño o la niña. Se sientan con el bebé sintiendo a esta nueva vida, y en un momento dado una de ellas empieza a emitir un sonido musical.
Otra mujer se añade, y después otra más, y de esta manera la comunidad crea una canción para este bebé. La canción es completamente única, solo para ese bebé.
A lo largo de su vida, en los cumpleaños y en otros rituales, las mujeres se juntan y cantan la canción al niño o la niña. Y si el niño o la niña se enferma, o bien hace algo malo, no le castigan. Las mujeres se reúnen a su alrededor y le cantan la canción para recordarle quién es.
De modo que la canción se convierte en una manera de apoyar a ese ser a lo largo del viaje de su vida. Y cuando la persona muere, la comunidad canta la canción y después ya no se vuelve a cantar más.
Dicen en Togo que todos y todas necesitamos que nos recuerden quienes somos y qué hemos venido a hacer en este mundo.
Si no recuerdo quien soy, cántame.