21/02/2021

No me chilles que no te veo

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Los juicios nos cuentan que es lo que no nos permitimos manifestar y vemos en otras personas. Son una fuente de información extraordinaria de que es lo que nos pasa.

Cuando yo le digo : – No sabes escuchar –

Me debería de preguntar a mi misma: – ¿Yo se escuchar?

Cuando emito un juicio no favorezco la comunicación, porque no permite que la comunicación se de, solo opino de manera reactiva a lo que oigo e interpreto y esto es «un juicio».

Un juicio son creencias que se nutren de las etiquetas que han ido marcando nuestros patrones de comunicación a lo largo de nuestro proceso de socialización. No pongo esfuerzo en comprender qué es lo que le pasa sino hago uso de una etiqueta porque he aprendido a relacionarme de esa manera. Al poner esa etiqueta mi mirada coge forma de un embudo y no veo más allá de lo que su etiqueta me habla. Cuando me relaciono desde esos patrones aprendidos, desde esas etiqueta que voy colgando a mi antojo, no estamos atentos ni receptivos a todo lo que la persona nos puede mostrar: sus aprendizajes;  sus fortaleza;  sus cualidades; sus capacidades…..

Una manera de irnos desapegando del juicio es poniendo en práctica el triple filtro de Sócrates.

En la antigua Grecia, Sócrates fue famoso por su conocimiento. Un día, un conocido
se encontró con el gran filósofo y dijo:“¿Sabes lo que escuché acerca de tu amigo?”

«Espera un minuto -replicó Sócrates-, antes de decirme cualquier cosa,
quisiera que pasaras un pequeño examen que se llama el examen del “Triple filtro.»

“¿Triple filtro?”

“Correcto”. Antes de que me hables sobre mi amigo, puede ser una buena idea tomar un momento y filtrar lo que vas a decir. Es por eso que lo llamo el examen del triple filtro.


El primer filtro es el de la verdad:

“¿Estás absolutamente seguro de que lo que vas a decirme es cierto?».

“No -dijo el hombre-, realmente solo escuché sobre eso y……..»

“Bien, entonces realmente no sabes si es cierto o no”.


Ahora permíteme aplicar el segundo, el filtro de la bondad:

“¿Es algo bueno lo que vas a decirme de mi amigo?”

«No, por el contrario………”

“Entonces -continuó Sócrates-, tú deseas decirme algo malo sobre él, pero no estás seguro de que sea cierto. Tú puedes aún pasar el examen, porque queda un filtro”:

El filtro de la utilidad:

“¿Será útil para mi lo que vas a decirme de mi amigo?»

“No, realmente no”.

“Bien -concluyó Sócrates-, ¿si lo que deseas decirme no es cierto ni bueno e incluso no es útil, por qué decírmelo?”

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