El Ego nos dice: “sólo eres lo que tienes”, y de esta manera y sin querer iniciamos nuestro camino hacia el apego.
Empezamos con cosas como los juguetes para pasar a las cuentas corrientes y a las posesiones materiales. Sin darnos apenas cuenta empezamos a identificarnos con esas posesiones y con una serie de creencias que dicen que cuanto más tenemos, más valiosos somos como personas.
El mantra del EGO es “tienes que poseer más” porque cuanto más tienes, más consciente eres de que van a tratar de arrebatártelas, y más te empeñas en protegerlas y en cómo poder conseguir muchas más, encendiendo la llama de la envidia, de los celos, de la soberbia, de lo que es mío y de lo que es tuyo, y alejándonos del compartir.
El Ego no solo nos identifica con lo que tengo, sino también con “soy lo que hago”. Lo que hago se convierte en eso que llamamos “nuestra imagen” que nos sumerge en ese caótico mundo de las apariencias, aferrándonos a la idea de que nuestro éxito, valor y valía se basan en cuantas cosas tenemos o podemos llegar a conseguir. Y por ello que me ocupo en que tengo que ganar más dinero, en que tengo que ascender, en que tengo que competir con todo aquel que quiera arrebatarme lo que yo tengo.
Y mientras estamos entretenidos en que somos lo que tenemos y lo que hacemos, el Ego sigue su juegos y nos empieza a enviar mensajes dónde nos dice: “eres lo que los otros piensan de ti, eres tú reputación”. Esto es muy importante entre los jóvenes a los que se les enseña que tienen que vestirse según el gusto de los otros, y que si no les gusta tienen un problema. O entre las mujeres, donde nuestra cultura y sociedad nos ha enseñado que si bien podemos desarrollarnos en nuestras relaciones familiares; las profesionales nos va a costar un poquito más, ¿por qué? porque la cultura del ego nos ha enseñado y recordado continuamente qué somos lo que tenemos, lo que hacemos y lo que los otros piensa de nosotras (mi reputación), que es el cuidado de la familia. Por eso, cuando nuestra decisión es otra tenemos que demostrar más, y aunque el cuidado de la familia sea importante en la vida de cualquier mujer, no es necesariamente la única opción.
Te invito a que te revises, poniendo atención en tus pensamientos porque ahí están los mensajes del Ego. Como bien dice Buda: “Ni tus peores enemigos te pueden hacer tanto daño como tus propios pensamientos”; o Carl G. Jung: “No soy lo que me ha pasado soy lo que decido ser”.
Te invito a que te retes, a que te cuestiones para que poco a poco te vayas alejando de los tengo que…. Y acercándote y descubriendo los quiero y deseo ser….