Cuentan que en un monasterio situado en un valle de alguna región de China había un monje muy dedicado a incorporar es su vida los preceptos de la vida zen y las enseñanzas de sus maestros .
Se esforzaba de forma constante en mejorar: leía y releía las parábolas que le habían indicado sus maestros intentando comprender a fondo su significado, y cumplía al pie de la letra con los preceptos establecidos para la vida de un monje.
Sin embargo, si bien había avanzado en su camino de superación personal, el último escalón, el satori, la iluminación, se le escapaba.
Había oído hablar de un viejo y sabio maestro que vivía en un pequeño templo ubicado más arriba en la montaña, allí donde las nieves nunca se derriten, y, como no sabía qué más podía hacer, decidió emprender el viaje.
Preparó entonces unas pocas cosas, un atuendo de abrigo que le sirviera para afrontar el frío de las cumbres, y partió.
Luego de una ardua travesía, divisó, perdido entre la blancura del lugar, el pequeño templo. Al llegar, el viejo maestro lo recibió con una taza de té caliente y le preguntó qué lo había llevado hasta allí.
El joven monje le contó entonces todos los esfuerzos que hacía y cómo la paz mental interior se le escapaba una y otra vez.
El maestro permaneció en silencio un largo rato. De pronto, por las ventanas del templo comenzó a verse caer una suave nevada.
“Ven conmigo”, propuso el maestro. Se levantó, salió del templo y caminó unos metros más hasta detenerse en plena ladera de la montaña.
“Mira bien los copos de nieve», le dijo el maestro haciendo un amplio gesto con el brazo para indicar los copos que caían lentamente a su alrededor.
“Míralos. ¡Qué sabios son! Cada uno cae exactamente en su lugar”. luego volvió a quedarse en silencio, y dicen que allí, viendo caer cada copo de nieve, el monje dedicado se sintió finalmente en paz.
La exigencia, el control y el exceso de esfuerzo puede apartarnos de nuestro propósito. En ocasiones es necesario además de conveniente, parar, observar, comprender, afrontar, aceptar…….. para descubrir que estamos exactamente donde debemos estar, para quedarnos o para dar el siguiente paso.