Hace mucho, muchos años, los hombres conocían el secreto que permitía que anhelos y sueños se hicieran realidad, pero abusaron de él de tal manera, que los sabios responsables de cuidarlo decidieron esconderlo en un lugar al cual solo pudiera llegar quien verdaderamente lo mereciera.
Uno de los miembros del consejo de sabios sugirió enterrarlo en lo más profundo de la tierra, pero sus compañeros objetaron que tarde o temprano, alguien excavaría hasta los rincones más profundos del planeta para dar con él.
Otro de los sabios propuso llevarlo hasta la más alta de las cumbres y enterrarlo allí, bajo la nieve eterna. Pero hubo quien objetó que llegaría el día en que muchos hombres y mujeres serían capaces de escalar la más alta de las cimas y descubrir el tesoro.
Al cabo de un rato, un tercero tomó la palabra y dijo que sin duda el mejor escondite era el más profundo de los abismos del mayor de los océanos. “Tampoco ese será un buen lugar”.
Algún día habrá seres humanos que aprenderán a navegar por los abismos del mar y, sin duda, lo hallarán”, replicaron otros.
Desanimados y resignados, uno por uno, los miembros del consejo de sabios se miraron con expresión de honda tristeza, ya que no había lugar en la tierra donde ocultar el secreto que convertía los sueños en realidad.
Tras un largo silencio, el más anciano y discreto de todos tomó la palabra y casi en un susurro, dijo: “hay un lugar, solo un lugar, al que muy pocos eran capaces de llegar para encontrar el tesoro”.
La expectación fue máxima. Hubo entonces un revuelo, murmullos, exclamaciones y miradas de estupor se cruzaron entre el resto de los miembros del consejo. “¿Cuál es el lugar, maestro?”, preguntó inquieto uno de los sabios al anciano.
“El corazón ……. Lo ocultaremos en el corazón de cada hombre y cada mujer que viva en este hermoso planeta. Cada corazón debe albergar este extraordinario tesoro, ya que muy pocos tendrán el coraje, la perseverancia, la fe, la humildad y la paciencia de mirar en su interior y desvelar el secreto. Sólo aquellos que sea capaces de descubrir que la mayor de las riquezas y el mayor de los poderes reside en su corazón deben ser digno de acceder al tesoro”.
Y así fue como en un pacto sagrado y a través de un encantamiento, hace miles de años, el secreto que convierte en realidad los anhelos del alma descansa en el corazón de cada uno de nosotros.
Hace unos meses llegó a mis manos el libro de los siete poderes de Alex Rovira. El libro inicia con esta leyenda que pone voz a mi experiencia de autoconocimiento y trabajo personal. Este aprendizaje de mí y crecimiento me permite acompañar desde la empatía, la comprensión y la compasión, no entendiendo la compasión desde el sentimiento de tristeza que genera en mí su dolor, sino desde la ayuda afectiva que me motiva a aliviar juntos ese sufrimiento, porque en mí proceso de aprendizaje comprendí que, si bien el dolor existe, el sufrimiento es opcional.
Como bien dijo el más anciano de los sabios, en esa búsqueda he necesitado coraje, perseverancia, humildad, paciencia y mucho amor, para reencontrarme desde un estado de armonía, aceptación y paz.
Comparto la leyenda y mi aprendizaje con el deseo de que encuentres tu tesoro, disfrutes de la búsqueda y tengas felices sueños.
Conocía esta fábula y me parece muy educativa y más en estos momentos. Gracias por compartirla
Preciosa historia!¡, la leí al llegar a casa de un retiro muy potente y nutritivo, me sirvió de reflexión y ayuda para la integración del aprendizaje. ¡Gracias!. Un abrazo!¡
Preciosa la fábula y tus reflexiones, la verdad es que creo firmemente en lo que dice, por experiencia
Si, para mí fue una lectura muy nutritiva. Un abrazo fuerte!