Wayne W. Dyer, en su libro El camino de la perfección, nos dice: puedes quedarte sentado para siempre, lamentado lo malo que has sido, culpándote hasta la muerte, y ni una insignificante porción de esta actitud hará nada para rectificar tu comportamiento pasado.
¿Qué es la culpa? cuando nos sentimos culpables sucede, por un lado, un hecho que está ocurriendo en ese momento, y por otro lado, esa voz interior de culpa que justamente es lo que hace que nos sintamos culpables.
A este respecto Norberto Levy nos indica, que para comprender y resolver el sentimiento de culpa es necesario también conocer a fondo quién es el culpador y quién es el culpable.
El culpador es el guardián del código moral de cada uno/a de nosotros/as, lo que Sigmund Freud conceptualizó como “SuperYó”, es el conjunto de normas y de valores que se van formando a lo largo de nuestro desarrollo y de nuestra experiencia de vida. El culpador establece un sistema que garantiza el cumplimiento de este código de valores y de normas, y como guardián del código, cada vez que lo transgredimos en parte o en su totalidad nos envía una señal, y esa señal es el sentimiento de culpa.
Esta señal puede ayudarnos a corregir, cesar el sentimiento de culpa, o incluso agravar más la culpa.
Ante esto ¿dónde ponemos el foco?, tenemos varias opciones: revisar nuestras normas y valores; no confundir la rabia con el castigo y/o modificar el lenguaje del culpador, sustituyendo la descalificación por la toma de conciencia desde el afecto.
Cuando el culpado toma conciencia del momento y de su equivocación, reconoce, comprende, aprende, acepta, y se produce el cambio.
Ninguna culpa se olvida mientras la conciencia lo recuerde.
Stefan Zweig (1881-1942) Escritor austriaco.