Ahora que inicia un nuevo año donde se ponen en marcha las nuevas intenciones y los nuevos propósitos, les quiero compartir un pequeño relato:
Había dos niños que patinaban sobre una laguna congelada. Era una tarde nublada y fría, pero los niños jugaban sin preocupación.
Cuando de pronto el hielo se revienta y uno de los niños cae al agua.
El otro niño viendo que su amigo se ahogaba debajo del hielo, toma una piedra y empieza a golpear con todas sus fuerzas hasta que logra quebrarlo y así salvar a su amigo.
Cuando llegaron los bomberos y vieron lo que había sucedido se preguntaron ¿Cómo lo hizo? El hielo es muy grueso, es imposible que lo haya podido quebrar con esa piedra y sus manos tan pequeñas.
En ese instante un anciano dijo: “yo sé cómo lo hizo”.
¿Cómo? Le preguntaron al anciano y él contestó: No había nadie a su alrededor para decirle que no podía hacerlo.
Para hacer posible lo imposible hay que abrir la mente y en ocasiones cuestionar algunas de nuestras creencias que nos han acompañado en nuestro crecimiento. Por ejemplo, cuando nos decimos: no puedo hacer eso porque soy tímido/a; soy incapaz de hablar en público; soy muy malo/a para los idiomas………………… Si no las cuestionamos, permitimos que piloten nuestra vida. Para quitar poder a nuestras creencias tenemos que pensar que la realidad que se nos presenta en ocasiones no es real, es nuestra percepción y ésta es subjetiva.
Ante esto te pregunto:
¿Qué no estás dispuesto/a a cambiar?
¿A qué te estás resistiendo?
¿Hasta qué punto estás comprometido/a con tu objetivo?
¿Qué te impide conseguirlo?
¿Quién te puede ayudar?
Y recuerda que por muy imposible que parezca, data tiempo, porque a la palabra imposible le sobran dos letras.